Primer relato

CAPITULO 1. La Taberna (por Jose Sanchis)


-No me digas que ya no puedes más.

-Siempre puedo más, mucho más- hipó con gracia el grandullón.

-Selk estás haciéndote viejo- rió con gracia su compañero de mesa, mientras se llevaba una jarra de cerveza a la boca.

El día que Selkiar de Obrein llegue a emborracharse antes que Udol Epting, será mi último día de borracheras.- dijo Selkiar poniéndose en pie con verdadera dificultad.

El ambiente en la taberna era cargado y esta noche se encontraba especialmente concurrida, gente de todo tipo y raza se encontraban en ella bebiendo y charlando mientras comentaban los avatares de una dura jornada. Hacía dos semanas que había concluido el bloqueo de alcohol al que habían sido sometidos los habitantes de Esmer.

Renan Ukier actual señor feudal de estas tierras los había castigado por los bajos ingresos que habían aportado a las arcas del feudo en su último pago. Les acusaba de vagos y borrachos, algo que por otro lado no distaba mucho de la verdad. Como castigo había prohibido la venta e importación de alcohol en Esmer durante tres meses. Durante esos meses el ambiente en la ciudad y sobre todo el los barrios más difíciles había ido cargándose peligrosamente, pero afortunadamente todo había cambiado hacia dos semanas.

Selkiar y Udol estaban celebrando el fin de una dura jornada de trabajo. Ambos eran amigos desde hacía tiempo, habían vivido juntos varias aventuras y desventuras de todo tipo, nunca dudaban en meterse en una ventura o una buena pelea. Selkiar era alto y robusto mientras que Udol era más bajo pero con una mente más despierta, mente que los solía meter en muchos líos. En la actualidad trabajaban como descargadores den el mercado, un trabajo duro pero bien recompensado, un par de desdichados como ellos no podían pedir nada mejor. Dinero y un trabajo con el que no tenían que pensar nada, solo preocuparse en descargar lo que les decían.

-Selk, esta es la última por hoy.

-¿La última?- miró con picardía a su amigo.

-Si. La última. Mañana llegan quince carros y Kran los quiere descargados para el final del día- le recordó su amigo. –Si llegamos con resaca, no los descargaremos, y ya sabes lo que eso significa.

-Problemas.

-Exacto, problemas- corroboró Udol.

-Como me gustaría ser un caballero bien vestido de esos de las canciones.- dijo Selkiar con un suspiro ahogado en cerveza.-Lo único que hacen es vivir aventuras y en algunas de ellas salvar a mujeres hermosas.

-Para ser caballeros hay que haber nacido rico o ser rico. Unos pobres patanes como nosotros tendríamos que trabajar toda la vida para poder adquirir solo uno de esos caballos tan imponentes que pasean por la ciudad.

Udol observó como una floreciente discusión comenzaba a crecer en la mesa contigua a la de ellos.

-Parece que el ambiente esta un poco tenso hoy- le dijo a su compañero.

Verdaderamente la taberna estaba mucho más repleta que de costumbre, desde que había terminado el bloqueo la gente había regresado a las tabernas con renovado interés por todos y cada uno de los “pecados” que allí se permitían. Las tabernas de los alrededores del mercado eran las que gozaban de peor fama en toda la ciudad, sobretodo en las horas nocturnas, y esta no era una excepción.

Junto a Selkiar y Udol se encontraban algunos de los peores personajes que podían encontrarse en la ciudad.

-Seguro que hay pelea- dijo Selkiar apretándose las manos hasta hacer sonar los huesos.

-Selk, nada de peleas- le recriminó su amigo en tono apaciguador.

-La última vez…

-La última vez casi nos envían al sueño eterno- le cortó Udol sin dejarle terminar la frase.

-Por que estábamos borrachos- se defendió su amigo.

-¿Y como te crees que estamos hoy?- dijo levantando una mano frente a la cara de su amigo dando a entender que se terminaba la conversación sobre aquel asunto.

Mientras tanto la discusión de su lado había ido en aumento, sumándose a ella los parroquianos más próximos a la mesa ávidos de participar en una buena pelea que les liberase de las tensiones del día. Algunos de ellos ya habían tomado partido por uno u otro contendiente, ya fuese por amistad o simple antipatía hacia alguno de ellos.

-Apuesto por el de la cicatriz en la cara- dijo Selkiar a su amigo.

-Si intenta algo, el rubio de pelo largo le rebanará el cuello. Fíjate lo que lleva en su mano izquierda.- le hizo ver Udol.

En contra de las creencias de Udol, el tipo de la cicatriz cada vez estaba más exaltado, incluso llegó a levantarse algunas veces del taburete. Era alto y robusto, más que Selkiar, pero su forma de hablar indicaba que no parecía tener muchas luces, sin embargo el otro implicado en la discusión seguía sentado a pesar de los insultos y las bravuconadas del de la cicatriz. Sin lugar a dudas esta pasividad era lo que enardecía aún más al otro.

Simuh, el posadero, había llevado ya un par de rondas de su mejor cerveza, con la intención de que los ánimos se apaciguasen, cosa que no ocurría en absoluto, así que iba de un lado a otro de la taberna recogiendo los objetos de más valor, que eran más bien poco, previsor ante una posible pelea que dejase su establecimiento patas arriba, incluso había mandado a uno de sus ayudantes en busca de la guardia, que seguro llegaría una vez concluida la pelea y destrozado toda su taberna.

La taberna no es que fuese muy bonita ni amplia pero Simuh se la tenía en gran estima. Estaba constituida por una sala rectangular con una semicircunferencia en uno de sus lados más largos que era la cocina y en el extremo contrario a la entrada había unas telas que dividían unos reservados para los clientes que los solicitasen, evidentemente la bebida servida en esos reservados era más cara. Las mesas estaban repartidas por la sala sin ningún orden pues muchas veces eran los propios parroquianos los que las agrupaban según la necesidad. Las habitaciones estaban en la parte de arriba, pero se accedía a ellas por una escalera que se encontraba en el exterior de la taberna, la discreción era la máxima fundamental de establecimientos de este tipo y reputación.

-¡Retira lo que has dicho!- escupió con rabia el tipo de la cicatriz.

-Puedo retirarlo, pero la verdad seguirá ahí siempre. Le contestó con calma el tipo rubio.

Ayal se quedó parado ante la respuesta del otro, ya que no sabía si lo habían insultado o por el contrario habían accedido a su petición.

-¡No dejes que te tomen el pelo!- grito alguien de los allí reunidos.

-¡Se está riendo de ti!- continuó otro.

Espoleado por los comentarios de los presentes, Ayal se levanto haciendo caer su taburete con estruendo. La entusiasmada muchedumbre se apartó con premura dejando sitio a ambos contendientes a la espera de su próximo movimiento. Tanto Ayal como el rubio se estudiaron con serenidad, dejando los insultos en el olvido, sabedores de la importancia de un buen estudio del rival. Para ninguno de los dos era su primera pelea y sabían perfectamente como comportarse en este tipo de situaciones. Estudiar el rival buscando sus puntos débiles y estudiar el lugar en busca de posibles salidas si la pelea se les complicaba.

-Vamos dejadlo, os invito a una ronda- Udol miraba con sorpresa como Selkiar se encontraba de pie entre los dos contrincantes tratando de apaciguarlos.

-¡Siéntate y no te inmiscuyas donde no te llaman!- gritó Ayal.

-¡Si!, siéntate- le gritaban los demás parroquianos que no estaban dispuestos a que aquel imbécil les dejase sin su pela.

-Seguro que podéis arreglarlo de otra manera- haciendo caso omiso de lo que le gritaba la gente Selkiar seguía en su empeño de apaciguarlos y evitar la pelea.

-¡Selkiar! Siéntate- gritó Udol levantándose.

-Espera Ud, estos amigos van a sentarse con nosotr…- la frase quedó sin acabar ante el puñetazo que Ayal había propinado a Selkiar en la cara.

-¡Selk!- grito Udol dando un salto que lo encaramó a las enormes espaldas de Ayal antes de que este pudiese darse la vuelta.

Parecía que el salto de Udol había dado la salida para que todo el mundo se uniese a la pelea, daba la impresión que la gente estuviese esperándola, por que la pelea que estalló en la taberna fue descomunal, prácticamente todos los allí reunidos se vieron inmersos en ella, sin importarles contra quien peleaban.

Udol seguía encaramado a las espaldas de Ayal mientras Selkiar estaba en el suelo inconsciente por el golpe recibido. El tipo rubio de pelo largo había desaparecido misteriosamente nada más comenzar la pelea, suceso que no parecía importarle a nadie para continuar con la pelea.

Simuh corría entre la gente evitando los golpes y objetos que volaban tratando de recoger todas las jarras y vasos que podía, entes de que se convirtiesen en nuevos objetos que poder ser lanzados a la cabeza de alguien.

Con más rapidez de la que nadie recordaba nunca apareció la guardia para dar fin a la pelea, las espadas desenvainadas y los robustos garrotes de madera impusieron su ley antes los parroquianos más reticentes a dar por finalizada la diversión. En breves instantes todos los que habían tomado parte en la pelea se encontraban sentados en el suelo con las manos atadas a la espalda y bastantes heridas y moratones.

-¿Quién comenzó la pelea?- preguntó uno de los guardias que debía de ser quien estaba al mando.

-¡Ese!, el de pelo largo- el dedo acusador del tabernero señalaba a Selkiar que continuaba tendido en el suelo totalmente ajeno a lo que estaba sucediendo.

La aprobación por parte de los allí reunidos, dio al jefe de la guardia la confirmación que necesitaba para encontrar un culpable a quien atribuir aquellos destrozos.

-¡Lleváoslo!- les dijo a sus hombres.

-Un momento- dijo Udol tratando de levantarse. –No fue él, sino ese tipo de la cicatriz en la cara. Estaba discutiendo con el otro tipo, uno rubio de pelo largo.

Todos los allí congregados miraron a uno y otro lado en busca del susodicho pero nadie dio con él.

-No hay nadie que se ajuste a esa descripción- le recriminó el guardia.

-Ese es amigo del que empezó la pelea, por eso lo defiende- dijo el tabernero tratando de zanjar el asunto con la intención de que los guardias abandonasen su establecimiento. –Deberían ser encerrados los dos- Simuh con portentosa habilidad había deslizado una jarra de cerveza en las manos del guardia jefe.

-Que así sea, ¡lleváoslos!- dijo dando unos sorbos a la cerveza.

-¡Es una injusticia!, miente- gritaba desconsoladamente Udo. -¡Os habéis vendido! ¡Estáis todos…!

Udol no pudo terminar porque uno de los guardias le había asestado un golpe que lo dejo inconsciente en el acto.

Ajenos a todo esto, nadie se percató de la sonrisa que se dibujaba en el rostro de cierto individuo de pelo rubio que observaba la escena por una de las ventanas de la taberna.



CAPITULO 2. LA MAZMORRA (por Enric Ayet)


Los primeros rayos de sol empezaban a filtrarse a través de los barrotes. El invierno estaba siendo frío, por lo que resultaba extraño que el cielo estuviera despejado.

Según Udol el desmedido frío que azotaba a Esmer era la causa de todos los problemas que habían acontecido últimamente ya que la gente cada vez deseaba pasar el tiempo delante del calor que irradiaba el calor de la chimenea de una taberna y con una buena bebida entre sus manos. Pero esta situación no facilitaba nada la convivencia ya que la gente cada vez estaba más ociosa y susceptible. Hasta el punto de que las reyertas fueran diarias.

Finalmente llegó la gota que colmo el vaso, la taberna le lince gris que formaba parte de las posesiones Renan Ukier fue incendiada y destruida tras una pelea.

A causa de estos acontecimientos Ukier decidió darle una lección ejemplar a los habitantes de Esmer implantando una ley sálica durante tres meses y una ley que castigaba a los alborotadores con la pena de muerte.

Los rayos de sol se plantaron sobre los ojos de Udol, se desperto con dolor de cabeza, con un gran esfuerzo recorrió con la vista la mazmorra, desdela ventana hasta donde estaba tirado Udol unos pasos a su derecha. A pesar de su dolor de cabeza, los ronquidos de selkiar y el barullo del exterior consiguió recordar lo ocurrido la noche anterior y de cómo Simuh y otros vecinos de Esmer les habían acusado injustamente de iniciar una reyerta.

-Mierda- susurró Udol al recordar el edicto impuesto por el señor feudal, ya que seguramente serían condenados a muerte.

De pronto se escucharon unos pasos, Udol cálculo que se acercaban almenos tres personas y alguno llevaba armadura.

-¡Despierta selk!-dijo Udol mientras empezaban a salir borbotones de sudor de sus sienes- Se acerca el verdugo.

-Eh- Selkiar levanto la cabeza, entonces Udol vio que tenía la zona donde fue golpeado la noche anterior vendada-¿Que ha ocurrido Udol?

-¡Cállate un segundo!-ordeno, habia una cosa que no encajaba, sí estaban condenados a muerte, porque los guardias se habían preocupado de curarle las heridas a su amigo.

En realidad poco importaba ya que lo sabrían en cuanto se abriera la puerta.

-¿No me digas que nos han condenado?-pregunto Selkiar que empezaba a atar cabos- El barullo de la calle debe ser de la gente que espera nuestra ejecución.

-No lo tengo claro-contestó Udol al que el dolor de cabeza y las dudas le estaban volviendo loco-, ahora lo sabremos.

La puerta se abrió y dos hombres vestidos con armadura entraron y les ataron las manos, de pronto lo vieron, Renan Ukier eestaba en el umbral de la puerta con las manos detrás de la espalda y con una expresión de superioridad en la cara.

-¿Qué ha…?-antes de que Udol acabara de decir su pregunta uno de los guardias personales de Ukier le asestó un puñetazo en la boca del estomago.

Udol le dirigió una mirada de odio al señor feudal, a menudo el quería asemejarse a la aristocracia de Esmer, pero Renan Ukier no era uno de sus modelos. Él y Selkiar habían escuchado mochos rumores acerca de su líos de faldas (ya que se encaprichaba de las hijas jóvenes de los habitantes de la ciudad y mediante la extorsión a sus familias les obligaba a acatar sus designios), o de su desprecio hacia los demás. Siempre mostraba una gran ostentación vistiendo sedas provenientes de lejanos reinos y siempre estaba rodeado de una escolta de sus guardias personales.

-¿Alguna pregunta más?-dijo el Ukier con sorna mientras Selkiar escuchaba unas risotadas metálicas proveniente del guardia y sus labios formaban una - La gente como vosotros es el problema de Esmer. Borrachos que se divierten sembrando la discordia en mis tierras.

-Con los desmesurados impuestos que gravas eres tu quien lo hace- Selkiar sabia que ese comentario le costaría un puñetazo, pero le valió la pena con tal de borrar de la cara de Ukier esa sonrisa.

-Como iba diciendo antes de me interrumpieras, no merecéis el perdón, pero soy una persona civilizada os daré a elegir entre dos opciones, morir o cumplir una misión que os encomendaré-la boca de Renan se volvió a arquear formando otra sonrisa- ¿Qué haréis?

Udol miró a Selkiar con un destello en los ojos, Selkiar conocía de sobra los deseos de su amigo por vivir una aventura, y sabia que la aceptaría con cualquier condición. Pero Udol siempre respetaba las opiniones de Selkiar ya que tenía una gran capacidad para juzgar las situaciones.

-Háblanos de esa misión que nos tienes preparada- le dijo Selkiar a Ukier tras sopesar todas sus opciones, ya que si no le gustaba la misión siempre podría volver a la opción del verdugo.

El señor feudal entro en la mazmorra y le ordeno a sus guardias que salieran y que cerraran la puerta.

Udol no comprendía como Ukier se exponía de tal forma al ataque de dos hombres con una complexión más fuerte que el. Pero Selkiar había oído que habí sido entrenado por los mejores espadachines élficos (si almenos tambien hubiera aprendido de ellos el respeto hacia todas las formas de vida).

-Bueno…- Renan sacó un extraño recipiente de cristal i lo tiro al suelo y al romperse un gas rodeó la celda- ahora nonos oirá nadie, ni siquiera gritos-dijo depositando la mano en su espada-¿como os llamáis?

-El es Selkiar de Obrein y yo soy Udol Epting- dijo rapidamente, se notaba que estabe ansioso por escuchar la misión q el señor feudal les tenía preparada.

-Habréis oído que Esmer y el reino de Destral han cerrado sus fronteras, bien, pues debéis llegar a Destral y secuestrar a su máximo mandatario- Udol enarcó una ceja ¡Secuestrar al caudillo de un reino! Ukier debía haberse vuelto loco.

-Con todo mi respeto,s señor- A Selkiar le costó pronunciar la última palabra-´¿Cómo vamos a atravesar las murallas de Destral si son famosas porque nadie ha sido capaz de llegar al otro lado en un millar de años?

-Por eso cruzaréis el bosque sombrío- Ahora comprendieron el porque de enviar a dos condenados a esta misión.

-Señor –dijo Udol-, eso es condenarnos a muerte, el bosque no está colonizado, se dice que alli viven extrañas criaturas y pertubados- Selkiar observó como su joven amigo había madurado, pues hace dos estaciones se habría lanzado de cabeza al bosque sombrío.

-pues eligiréis entre morir en el patíbulo o en el bosque – añadió con sorna el señor feudal.

-necesitaremos provisiones- dijo Selkiar zanjando el asunto, cumplirían la misión.

Ukier hizo unos extraños gestos con las manos y la bruma que rodeaba la celda desapareció. Tras esto llamó a la puerta y sus guardas le abrieron.

-por cierto-dijo Renan – pasaréis la noche aquí para que no se os ocurra escapar- volvió a sonar una carcajada acolchada por un yelmo metálico y la puerta se cerro dejando a los dos amigos solos.

-¿y si escapamos cuando nos suelte por la mañana?- pregunto Udol.

-No te preocupes - dijo Selkiar -, seguro que alguno de los magos de su corte nos hechizará de alguna manera para que no escapemos-.

-¿seguro?- preguntó intrigado Udol.

-No lo se , ahora intenta dormir que tengo jaqueca.

-así que Selkiar de Obrein se emborrachó antes que Udol Epting- dijo entre risas Udol.

……………………

Tras pasar toda la noche en la prisión, uno de los guardias personales de Ukier escoltó a Udol y Selkiar hasta los alrededores del bosque sombrío, donde el señor feudal les estaba esperando junto con varios guardas y un hombre encapuchado. Udol vió como el encapuchado se metía un objeto extaño en uno de sus sacos.

-Umol, Sepiar, ¿listos para la aventura?-dijo el caudillo jocosamente.

Selkiar respingó, pero antes de que contestara airadamente. Pero antes de que se ganara una buena reprimenda por parte de los guardas de Ukier Udol contesto afirmativamente.

-Pero ¿Como transportaremos a nuestro rehén cuando lo ayamos capturado?- Le preguntó Udol.

-Por eso Dumar, un mago de mi corte-el encapuchdo se hacercó al ser llamado por su señor-, os entregará un artefacto que solucionará ese problema.

Su túnica marron no le hacía parecer un mago, ellos iban siempre vestidos de colores más vistosos, aunque Udol lo distinguió por el característico olor que hacen todos ellos, una extraña fragancia compuesta por los olores de las hierbas y otros objetos que usaban en la consecución de sus conjuros. La capucha y su cabellera rubia no le hizo posible distinguir a Udol los rasgos faciales, aunque le parecía haber visto su cara en otra parte.

-Tomad- Dijo el mago mientras le entregaba a Selkiar una especie de collar de bronce con una piedra engastada en un lado.-, si rompéis este objeto ante el soberano de Destral, este se convertira en vuestro esclavo.

-Gracias- Dijo Selkiar irónicamente.

-Y aquí tenéis vuestras provisiones, deberíais partir ya-Dijo el señor feudal acabando con la conversación.

Los dos compañeros se adentraron en el bosque, vigorizados por sus metas, uno veía la oportunidad de vivir una aventura como los héoes de las canciones, y el otro por la esperanza de encontrar algún poblado en el bosque para reposar en su taberna.